Ir al contenido principal

Y si La Vida

 


Y si La Vida me presenta a su amiga, La Muerte, y no aprendo, entonces, ¿cuándo?

Y si el Amanecer me trae otra oportunidad, y no hago nada distinto, entonces ¿cuándo?

Si la esperanza guarda el amor en una esquina, con forma de corazón, y me empeño en que esté en la nuez de mi cráneo, cuándo dejaré que me penetre como una lanza de luz?

Si con el paso de los días, y, a pesar de todo, no soy capaz de volar, ¿para qué quiero mis alas?

El Amor lleva demasiado tiempo derramando lágrimas que no le pertenecen, porque él es gozo y paz, armonía y buenaventura.

Abre tu puerta. ¿Esa que siento aquí, en mi pecho? 

Dejo que entres para entrar por la tuya.

Ya tengo permiso para elevarme, y dejar atrás las efímeras cajas, llenas de cosas vacías. 

He encontrado mi tesoro. No era ni oro, ni plata. Era luz que deshace las tinieblas. Era Amor que deshace el Odio. Y era Amistad, que deshace las Guerras. 

Gracias por darme la oportunidad de oír, de bautizarme de nuevo, de limpiar mi ego, de pasar de puntillas para observar, de darme ese borrador de plumero y de darme la mano para enseñarme el camino.

Y de mostrarme el aula donde seguir aprendiendo. 

A esta escuela vendrá quien lo sienta, los trataré con dulzura, para que no sufran. Les contaré que el camino ha sido difícil,  pero que haber llegado, es lo primero. 

     M. Carmen Pérez García 

     11- 02- 2021

Comentarios

Publicar un comentario

Si te apetece comentar algo o preguntarme, suelo responder en poco tiempo.

Entradas populares de este blog

Un jueves cualquiera

     Con una capacidad asombrosa para darse la razón a sí misma, comenzó a hacer un balance sobre su vida y las decisiones con las que fue acompañando sus días y sus noches.      Algunas de ellas fueron impulsivas, otras, necesitaron de argumentos más contundentes tanto a favor, como en contra.       De nuevo otra encrucijada; otra elección que tendría sus consecuencias; ni mejores ni peores, sólo consecuencias.       El cielo azulado con toques grises de aquel ocho de enero iba a influir en todos los planes que empezaban a cuajarse en su mente y a plasmarse en su agenda.        Javier había quedado en recogerla pero ella cambió el lugar del encuentro.  Le apetecía seguir paseando por la avenida llena de árboles, esos que cambian de color dependiendo de la estación y que le propiciaban sombra en los días más calurosos o dejaban pasar los rayos del sol en cuanto el frío hacía alarde de su prese...

EL CORAZÓN ARBOLADO

  Hace mucho tiempo que empecé a escribir mis pequeños relatos a partir de una imagen que, normalmente y, como una mariposa, se acerca a mí, revoloteando.     Una vez que ha pausado su vuelo en mi hombro, emprende su viaje. A veces, la sigo con la mirada, otras, me distraigo con miles de pensamientos pero, casi siempre, logro averiguar el significado. De hecho, cuando ignoro el fugaz destello de ese recuerdo y no le doy el beneficio de que ocupe un sitio entre mis notas, me invade una especie de tristeza.     Es una melancolía fruto de la omisión a la llamada que, esa parte tan importante y con un peso tan específico en mi ser, me hace cada día, susurrándome la importancia de seguir recorriendo mi camino. El sólo hecho de transformar mis pensamientos en estas líneas, me vuelve a poner en consonancia con todas esas personas que empiezan a perder el aliento y en las que la desidia y desesperación  forman parte de cada célula de su mundo, para dec...

MIRANDO MIS LÍMITES

      Me desperté con la sensación real de que una cuerda rodeaba mi cintura, una que me había mantenido en los límites de una zona conocida, donde me movía bien porque conocía el terreno. Pero todo empezaba a resultarme  familiar y repetido, y una sensación demoledora de seguridad al moverme en ese entorno que necesitaba romper de algún modo.      Esa seguridad imaginaria se desmorona cuando una fuerza para seguir avanzando, pero sobre todo, una curiosidad, innata en todos, me susurra que hay mucho por descubrir aún; y no quiero dejar de ver qué pasa por los lugares a los que no puedo llegar.    En cuanto me planteé esta nueva situación, miré a mi alrededor y pude ver que mi cuerda estaba fijada a un punto, un ancla de seguridad, y que esa cuerda estaba acortada por los muchos nudos que habían ido formándose ya no sé ni cuándo ni cómo;  sólo sé que empecé a deshacerlos, con cuidado, con compasión. Por lógica, podría ampliar el radio de ...