Hay dos formas de vivir nuestras vidas: siendo espectador, o siendo protagonista. Cuando somos espectadores nos dedicamos a estar más pendientes del mundo exterior y de las historias de otros que de las nuestras, dándole así más mérito a los logros y metas de los demás que a los nuestros, cuando la finalidad de todos es encontrar esa paz y equilibrio interior. Después, la forma en que cada uno la encuentra es totalmente arbitraria, pero, desde luego, como una onda, contribuye al bienestar común. Voy a poner un ejemplo: cuando has llegado a un destino, y te han guiado, has dejado en el conductor la responsabilidad de llegar. Aquí te das cuenta de que el camino ha sido seguro, porque el conductor estaba muy centrado en lo que hacía y estaba pendiente de cualquier contratiempo. Ahora resulta que otro día eres tú el conductor, así que puede que elijas o no, el mismo camino. Intentar recordarlo cuando no estabas atento es más difícil que dejarte guiar si q
La diferencia en los resultados está en tus pensamientos. Si estás más atento a ellos, descubrirás tu programación mental y hábitos emocionales. Un enigma dentro de ti, que a tu ritmo, puedes ir descifrando.