Y sólo cuando centré mi mundo en mí y mi órbita, se volvió un recorrido firme y consciente. Fue así como los satélites que giraban a mi alrededor me parecieron lo más maravilloso que había ocurrido en mi vida. No es que antes fuera diferente, era igual, pero yo quería que todo cambiara, y la única que necesitaba un giro, era yo. Cuando empecé a escribir mis pequeñas reflexiones, era como si el Sol iluminara una pequeña parte de mi planeta, así que su calor, duraba instantes. No salirme de la órbita conlleva una actitud consciente de lo que me sucede, de lo que acontece a mi alrededor. Y, aunque, a veces, hay meteoritos que han causado daños en mi corteza, llegando sus efectos más profundamente de lo que me hubiera gustado, esos cráteres forman parte de mi paisaje, y no puedo, ni quiero entender mi vida sin ellos, porque me han ayudado a seguir girando, pasar por todas las estaciones y que cada día sea, no uno más, sino otro al que engalano con las ilusion
La diferencia en los resultados está en tus pensamientos. Si estás más atento a ellos, descubrirás tu programación mental y hábitos emocionales. Un enigma dentro de ti, que a tu ritmo, puedes ir descifrando.