Una nota de compasión ha aparecido de nuevo a mi vida y me recuerda que hay dos tipos de sufrimiento: uno gratuito, que nos infligimos a nosotros mismos, no siendo conscientes del regalo de regazo en el que hemos nacido y nos han criado. otro es el que ha tocado vivir sí o sí y que por más que revisamos en ese baúl de herramientas, no existen las suficientes para aliviar ese dolor. Este segundo pasa desapercibido a nuestras lentes compactas y a nuestros corazones enlatados, pero me remueve el alma y me siento luz que da calor en esa oscuridad solemne, impenetrable y solitaria.
La diferencia en los resultados está en tus pensamientos. Si estás más atento a ellos, descubrirás tu programación mental y hábitos emocionales. Un enigma dentro de ti, que a tu ritmo, puedes ir descifrando.