Ir al contenido principal

MIRANDO MIS LÍMITES

     Me desperté con la sensación real de que una cuerda rodeaba mi cintura, una que me había mantenido en los límites de una zona conocida, donde me movía bien porque conocía el terreno. Pero todo empezaba a resultarme  familiar y repetido, y una sensación demoledora de seguridad al moverme en ese entorno que necesitaba romper de algún modo.


     Esa seguridad imaginaria se desmorona cuando una fuerza para seguir avanzando, pero sobre todo, una curiosidad, innata en todos, me susurra que hay mucho por descubrir aún; y no quiero dejar de ver qué pasa por los lugares a los que no puedo llegar.

   En cuanto me planteé esta nueva situación, miré a mi alrededor y pude ver que mi cuerda estaba fijada a un punto, un ancla de seguridad, y que esa cuerda estaba acortada por los muchos nudos que habían ido formándose ya no sé ni cuándo ni cómo; sólo sé que empecé a deshacerlos, con cuidado, con compasión. Por lógica, podría ampliar el radio de mis recorridos.

   Algunos nudos han sido más fáciles, otros se me presentan nuevos cuando me revuelvo ante la idea del cambio o cuando proyecto escenas en mi mente que puedo confundir con una intuición, pero que finalmente me lleva a perder algunos metros ganados en esa expansión de la conciencia.

   Y tropiezo, y me caigo, porque puede que esté más pendiente de mis expectativas en el avance que del recorrido en sí. Y entonces me tomo mi tiempo, ese que no se puede medir con el reloj, sino con la satisfacción de la mirada, con la calma de aceptar cada paso, cada caída, cada experiencia. Y cuido mucho de dar las gracias por cada rama que me encuentro, por cada piedra con la que tropiezo, porque me hago más hábil, más paciente, me he vuelto más amable conmigo misma, y empiezo a lamer mis heridas con ese amor que todo lo cura. Y les pongo buenas dosis de perdón para que cierren sin dolor.

 Algún día quitaré la cuerda de mi cintura, para, seguramente, buscar otro mástil desde el que empezar un nuevo recorrido. Mientras tanto, me siento afortunada de ser quien soy, sin plantearme nada más en cada instante, simplemente ser.  

Comentarios

Publicar un comentario

Si te apetece comentar algo o preguntarme, suelo responder en poco tiempo.

Entradas populares de este blog

Un jueves cualquiera

     Con una capacidad asombrosa para darse la razón a sí misma, comenzó a hacer un balance sobre su vida y las decisiones con las que fue acompañando sus días y sus noches.      Algunas de ellas fueron impulsivas, otras, necesitaron de argumentos más contundentes tanto a favor, como en contra.       De nuevo otra encrucijada; otra elección que tendría sus consecuencias; ni mejores ni peores, sólo consecuencias.       El cielo azulado con toques grises de aquel ocho de enero iba a influir en todos los planes que empezaban a cuajarse en su mente y a plasmarse en su agenda.        Javier había quedado en recogerla pero ella cambió el lugar del encuentro.  Le apetecía seguir paseando por la avenida llena de árboles, esos que cambian de color dependiendo de la estación y que le propiciaban sombra en los días más calurosos o dejaban pasar los rayos del sol en cuanto el frío hacía alarde de su prese...

EL CORAZÓN ARBOLADO

  Hace mucho tiempo que empecé a escribir mis pequeños relatos a partir de una imagen que, normalmente y, como una mariposa, se acerca a mí, revoloteando.     Una vez que ha pausado su vuelo en mi hombro, emprende su viaje. A veces, la sigo con la mirada, otras, me distraigo con miles de pensamientos pero, casi siempre, logro averiguar el significado. De hecho, cuando ignoro el fugaz destello de ese recuerdo y no le doy el beneficio de que ocupe un sitio entre mis notas, me invade una especie de tristeza.     Es una melancolía fruto de la omisión a la llamada que, esa parte tan importante y con un peso tan específico en mi ser, me hace cada día, susurrándome la importancia de seguir recorriendo mi camino. El sólo hecho de transformar mis pensamientos en estas líneas, me vuelve a poner en consonancia con todas esas personas que empiezan a perder el aliento y en las que la desidia y desesperación  forman parte de cada célula de su mundo, para dec...