Mi mente se rinde, ante la evidencia, ante las consecuencias de querer controlar, ante el apego...
Si mi respiración es tan inconsciente, pero tan necesaria, no solo para seguir viva, sino para que mis células se oxigenen, para tranquilizarme o para saber cuándo me siento agitada; podría imaginar que los pensamientos son el oxígeno de mi mente, y del mismo modo que cuido el aire que respiro, empiezo a sentir los pensamientos tóxico. Ya no dejo que entren, o estoy atenta, porque me asfixian y los reconozco más cada vez, casi al instante.
A veces, estos pensamientos, están saborizados con melancolía,, otras con enfado, con sentimientos de injusticia, etc, pero no voy a dejar que utilicen mis neuronas para expandir su negro humo una vez que se colaron haciéndome creer en ellos.
Y me rindo, y al rendirme, es mi mente la derrotada, la que saca la bandera blanca, porque se da cuenta de que prefiere que no la deje en la orilla mientras yo emprendo un viaje por este lago en el que puedo ver su fondo y, donde las estrellas se reflejan en su superficie.
Y sí, estoy sola, en este viaje, acompañada por mi mente. Sé que vamos a reirnos del juego que hemos estado practicando estos años. Me contará cuándo empezó a fumar cigarros de desamor, de tristezas, de control y que ahora prefiere quedarse a un lado y que sea Yo quien lleve el timón.
Ha empezado a confiar en mí, porque el miedo ha sido su última calada, y ya no le asusta su sabor, porque no es amargo, ni agrio sino tan insípido que le parece un error encender otro pitillo de ese paquete.
Nos hemos hecho amigas: mis conversaciones, mis pensamientos y Yo, y así estamos empezando a ver de una forma distinta el horizonte. Estamos compartiendo de forma amigable este paseo. No sabemos a dónde vamos a llegar, pero sí sabemos que estamos unidas de la mano, contentas de habernos reencontrado, sin reproches, más bien, agradecidas de lo que hemos aprendido la una de la otra.
Ya no quiero que mi mente esté en mí. Deseo que se quede sentada en la proa de este velero y así poder conversar frente a frente. Dejar de hacer responsables a nadie de mi alrededor del rumbo que tomaremos; será una decisión conjunta, equilibrada, de respeto y de amor. Ella, sin imponer, sin controlar y Yo, comprendiendo, escuchando, pero ambas en la misma dirección.
Comentarios
Publicar un comentario
Si te apetece comentar algo o preguntarme, suelo responder en poco tiempo.