Ir al contenido principal

DESDE MINUTO CERO


    Hace unos días empecé a escribir mi vida, desde el momento del nacimiento, aunque en realidad, fue nueve meses antes cuando mis células comenzaron a formarse, dividirse, a absorber toda la información; y todo esto sigue vibrando dentro de mí.

   Así que, en realidad, tendría que hablar con mis padres, y preguntarles cuál fue la sensación de saber que yo existía, y que mi hermano, en ese momento, tan solo tuviera seis meses; supongo, como madre, que por muy feliz que le hiciera a la mía, un sentimiento de angustia la rondaría durante algunos días.

   Los miedos y las barreras, en muchos casos, son heredados: de las familias, del entorno, de la sociedad, de tanta información confinante que nos aletarga en un sin vivir frenético.

   Hace tiempo que me acompañaba un miedo que, aunque se transformaba, siempre era el mismo. El miedo a quedarme sin recursos, la falta de valoración en mi trabajo, depender de mí para salir adelante. Decidí levantar hasta la piedra más pesada para encontrar la raíz que estaba ahondando en mi mente, y me hacía sentir que reivindicar lo que es mío,como tesoro heredado, o lo que voy creando, construyendo no es lo suficientemente noble como para llevarlo de bandera. 

   Me pregunto entonces, si fueron estas mismas preguntas las que mis progenitores  se hicieron al saber que yo empezaba a crecer dentro de mi madre y que formaría parte de la familia. Y también me imagino la cantidad de preguntas a resolver durante todo el embarazo. Es entonces cuando hago una llamada a mi madre y decido preguntarle: Y, sí, resulta que se sintió enferma, antes de saber ni siquiera de mi existencia. Pensó que unas cerezas le habían sentado mal y se encontró indispuesta durante unos días, y un sentimiento de abandono para con mi hermano y de no cumplir con su papel de madre se apoderaron de ella. Al poco, supo que esa indisposición también estaba causada por un cambio hormonal debido al embarazo. 

    Todos estos hechos forman parte de mi camino, y más allá, estando en cada momento y siendo consciente de cómo visualizo mi pasado y mi presente seré más consciente de elegir el camino que me haga seguir avanzando. Pero, aún equivocándome de dirección, intentaré aprender del enigma de cada momento, de cada circunstancia, porque a cada paso que doy, sea donde fuere que pose mis pies y mis ojos, haré por adquirir toda la información de mi alrededor, reflejo interior de lo que necesito aprender en cada momento para seguir evolucionando.

   Con estas palabras me digo que este rompecabezas mío ha servido para cruzar unas risas con mi madre y sentir ese cariño de mi padre, así que me alegró haberles planteado esa cuestión.

   Hoy, releyendo este texto, he decidido subirlo de nuevo al blog. Sigo teniendo este contacto con mis padres y siento ese cariño tan grande por su parte. Agradezco todo su buen hacer durante nuestro camino juntos. 

                                                                                                          M.C.P.G. 2018

   

Comentarios

  1. Muy bien hermana... Yo creo que nis has demostrado a todos que tienes valentía para tirar para delante tú sola sin ayuda de nadie!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Si te apetece comentar algo o preguntarme, suelo responder en poco tiempo.

Entradas populares de este blog

Un jueves cualquiera

     Con una capacidad asombrosa para darse la razón a sí misma, comenzó a hacer un balance sobre su vida y las decisiones con las que fue acompañando sus días y sus noches.      Algunas de ellas fueron impulsivas, otras, necesitaron de argumentos más contundentes tanto a favor, como en contra.       De nuevo otra encrucijada; otra elección que tendría sus consecuencias; ni mejores ni peores, sólo consecuencias.       El cielo azulado con toques grises de aquel ocho de enero iba a influir en todos los planes que empezaban a cuajarse en su mente y a plasmarse en su agenda.        Javier había quedado en recogerla pero ella cambió el lugar del encuentro.  Le apetecía seguir paseando por la avenida llena de árboles, esos que cambian de color dependiendo de la estación y que le propiciaban sombra en los días más calurosos o dejaban pasar los rayos del sol en cuanto el frío hacía alarde de su prese...

EL CORAZÓN ARBOLADO

  Hace mucho tiempo que empecé a escribir mis pequeños relatos a partir de una imagen que, normalmente y, como una mariposa, se acerca a mí, revoloteando.     Una vez que ha pausado su vuelo en mi hombro, emprende su viaje. A veces, la sigo con la mirada, otras, me distraigo con miles de pensamientos pero, casi siempre, logro averiguar el significado. De hecho, cuando ignoro el fugaz destello de ese recuerdo y no le doy el beneficio de que ocupe un sitio entre mis notas, me invade una especie de tristeza.     Es una melancolía fruto de la omisión a la llamada que, esa parte tan importante y con un peso tan específico en mi ser, me hace cada día, susurrándome la importancia de seguir recorriendo mi camino. El sólo hecho de transformar mis pensamientos en estas líneas, me vuelve a poner en consonancia con todas esas personas que empiezan a perder el aliento y en las que la desidia y desesperación  forman parte de cada célula de su mundo, para dec...

MIRANDO MIS LÍMITES

      Me desperté con la sensación real de que una cuerda rodeaba mi cintura, una que me había mantenido en los límites de una zona conocida, donde me movía bien porque conocía el terreno. Pero todo empezaba a resultarme  familiar y repetido, y una sensación demoledora de seguridad al moverme en ese entorno que necesitaba romper de algún modo.      Esa seguridad imaginaria se desmorona cuando una fuerza para seguir avanzando, pero sobre todo, una curiosidad, innata en todos, me susurra que hay mucho por descubrir aún; y no quiero dejar de ver qué pasa por los lugares a los que no puedo llegar.    En cuanto me planteé esta nueva situación, miré a mi alrededor y pude ver que mi cuerda estaba fijada a un punto, un ancla de seguridad, y que esa cuerda estaba acortada por los muchos nudos que habían ido formándose ya no sé ni cuándo ni cómo;  sólo sé que empecé a deshacerlos, con cuidado, con compasión. Por lógica, podría ampliar el radio de ...