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ECHAR LA VISTA ATRÁS.


  ¡Mirar atrás  para que sea como fue!...porque cambiando, a cada paso, el pasado se disuelve, se entiende, se acepta, y deja de ser una carga para formar parte de nuestro bagaje.
   
    Respirar el momento, en vez de suspirar por lo que no tienes.

   La solución a estar en el presente no es sonreír con un cuerpo y mente vacíos, sino buscar dentro todas las emociones, aprender a amarlas para que no tengan miedo de salir a la superficie y teñir nuestras mentiras de distintos colores.

  ¿Qué hay más bello que reconocer en nosotros mismos lo que amamos o no de otros?
Estos encuentros, en los que nos topamos con personas que nos hacen viajar  sin control en la espiral de nuestras oscuridades, son un  momento propicio para barrer la hojarasca que limitan la sinceridad de nuestra existencia.

    La responsabilidad de cada uno, después de esas tormentas, consiste en aceptar que salta la chispa, que lo hará a menudo, y que es agotador. Y que, a medida que recuperamos la calma y deseemos pasar más tiempo en ese estado, entenderemos que es una onda que se propaga, y que en este mundo tan acelerado necesitamos que cada uno de nosotros deje de estar en pie de guerra, que empecemos a vivir más acorde con nuestros propósitos y así, no salpiquemos a los que nos aman con infortunios que dejan al descubierto nuestros propios miedos.

    Cuánto camino por recorrer. Sería aburrido y egocéntrico pensar lo contrario. En ese recorrido han pasado muchas personas, gracias a las cuales hemos visto nuestras miserias, bloqueos, pero también, nos ha permitido descubrir una fuerza vital inmensa.  Sólo aceptándonos podremos entender nuestro juego, nuestro enigma y las reglas para seguir avanzando.

                                                                                                          M.C.P.G. 2017


    


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