Ir al contenido principal

LUZ A MI CAMINO

     Estar en armonía cuando no eres coherente con lo que piensas y lo que haces o lo que sientes y lo que quieres es muy difícil. Se crea un conflicto que de alguna forma saldrá a la luz. Si te paras a escuchar lo que te dice una parte y otra de ti, lo mejor es intentar llegar a un acuerdo contigo mismo para encontrar esa coherencia.
En realidad no es lo que está bien o lo que está mal, ni lo que quieres hacer o lo que no, es el equilibrio que se rompe dentro de ti. Ese desequilibrio, esa incoherencia, ese continuo hacer lo que sientes que a los demás les apetece que hagas, porque, en realidad, te gustaría que ellos hicieran lo mismo por ti, ese desequilibrio, lo que produce en el fondo es una falta de confianza en ti y en tus decisiones y va aumentando el desasosiego  que, puede, lances en cualquier momento a quien suele hacer de diana de tus miserias.
     En contraposición, cuanto más nos conozcamos, cuanto más aprendamos a ser nosotros mismos sin dejarnos llevar por la influencia del  resto del mundo o del resto de las corrientes de moda,  de pensamiento, etc,  mejor estaremos.  Necesitamos que haya contacto con la gente que nos quiere, pero,  entendido como el respeto a las decisiones que tomamos por ambas partes.
   Cuando alguien me deja conectar y compartir mi experiencia e información, y me pide que le ayude a resolver un conflicto,  puedo palpar, sentir la fuerza que ha tomado la  otra parte de su "yo", esa que le impide ser feliz,  que le dice lo que tiene que hacer, que le recuerda todo lo que le decían que era, todo lo que tenía que ser, o más bien lo que no, cómo actuar...etc.
    Esta parte energética, que tan  grande y poderosa se vuelve, es muy egocéntrica, porque en realidad, prefiere que estés sumiso  y así tomar el control de tu vida. En estas situaciones se vive un estado de agotamiento,  tanto mental como físico, se pierde la noción del camino a elegir, y por tanto, la esperanza de encontrarte en equilibrio. Para cambiar esta agotadora situación tienes que superar el miedo a hacer algo distinto,  y reconocer que eres el responsable del punto en el que te encuentras y, si es así, no hay nadie a quien echarle la culpa de tu situación.  Bien es verdad que hay muchos factores externos que no podemos controlar, pero dar el paso para encontrarte más saludable, requiere querer cambiar.
      Hacía una sesión y en la visualización esta persona pudo comprobar cómo alrededor de ella había otras tres  sentadas en unas mecedoras y no cesaban de decirle, cada una, lo que tenía que hacer, continuamente, sin pausa. Para ella,  este diálogo interno era algo normal,  pero en ese momento se hizo consciente de cómo su propia voz quedaba anulada.
   Han pasado los años y  siguen hablándole. Me dice  que es agotador.
    Todos tenemos  ahí un sonido de fondo que distorsiona continuamente nuestro equilibrio y, para aprender a controlarlo, tenemos que pararnos a escucharlo e ir descartando lo que nos impide seguir avanzando.
   

    Hay un ejemplo que me gusta mucho para indicaros cómo estamos distorsionando la forma de vernos. Imagína que tienes una linterna que ilumina lo que tienes delante y  empiezas a andar por un por un pasillo muy oscuro. Esta linterna es tu visión de la vida y hay una mancha,  algo que te pasó y ha dejado una huella profunda. Si quieres iluminar delante, evidentemente hay una zona que  se va a quedar ensombrecida. Tienes dos opciones, porque el camino puede tener grietas, obstáculos, etc,  o te paras y  limpias tu linterna y sigues andando, confiando en ti, o sigues andando pero con esa incertidumbre de no saber a dónde vas, ni cómo, ni con quién.

                M.C.P.G. 2017

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un jueves cualquiera

     Con una capacidad asombrosa para darse la razón a sí misma, comenzó a hacer un balance sobre su vida y las decisiones con las que fue acompañando sus días y sus noches.      Algunas de ellas fueron impulsivas, otras, necesitaron de argumentos más contundentes tanto a favor, como en contra.       De nuevo otra encrucijada; otra elección que tendría sus consecuencias; ni mejores ni peores, sólo consecuencias.       El cielo azulado con toques grises de aquel ocho de enero iba a influir en todos los planes que empezaban a cuajarse en su mente y a plasmarse en su agenda.        Javier había quedado en recogerla pero ella cambió el lugar del encuentro.  Le apetecía seguir paseando por la avenida llena de árboles, esos que cambian de color dependiendo de la estación y que le propiciaban sombra en los días más calurosos o dejaban pasar los rayos del sol en cuanto el frío hacía alarde de su prese...

EL CORAZÓN ARBOLADO

  Hace mucho tiempo que empecé a escribir mis pequeños relatos a partir de una imagen que, normalmente y, como una mariposa, se acerca a mí, revoloteando.     Una vez que ha pausado su vuelo en mi hombro, emprende su viaje. A veces, la sigo con la mirada, otras, me distraigo con miles de pensamientos pero, casi siempre, logro averiguar el significado. De hecho, cuando ignoro el fugaz destello de ese recuerdo y no le doy el beneficio de que ocupe un sitio entre mis notas, me invade una especie de tristeza.     Es una melancolía fruto de la omisión a la llamada que, esa parte tan importante y con un peso tan específico en mi ser, me hace cada día, susurrándome la importancia de seguir recorriendo mi camino. El sólo hecho de transformar mis pensamientos en estas líneas, me vuelve a poner en consonancia con todas esas personas que empiezan a perder el aliento y en las que la desidia y desesperación  forman parte de cada célula de su mundo, para dec...

MIRANDO MIS LÍMITES

      Me desperté con la sensación real de que una cuerda rodeaba mi cintura, una que me había mantenido en los límites de una zona conocida, donde me movía bien porque conocía el terreno. Pero todo empezaba a resultarme  familiar y repetido, y una sensación demoledora de seguridad al moverme en ese entorno que necesitaba romper de algún modo.      Esa seguridad imaginaria se desmorona cuando una fuerza para seguir avanzando, pero sobre todo, una curiosidad, innata en todos, me susurra que hay mucho por descubrir aún; y no quiero dejar de ver qué pasa por los lugares a los que no puedo llegar.    En cuanto me planteé esta nueva situación, miré a mi alrededor y pude ver que mi cuerda estaba fijada a un punto, un ancla de seguridad, y que esa cuerda estaba acortada por los muchos nudos que habían ido formándose ya no sé ni cuándo ni cómo;  sólo sé que empecé a deshacerlos, con cuidado, con compasión. Por lógica, podría ampliar el radio de ...