Estaba escribiendo la historia de la terapia de mi amigo José Juan y creo que muchos preferimos seguir pensando que su energía aún está cerca de nosotros.
He estado años sintiéndome culpable por su desaparición, pero sería absurdo seguir pensando que alguien tiene tanto poder como para controlar la vida de nadie. Siempre he sentido que en los momentos peores y mejores de mi vida ha estado ahí.
Ser respetuosos con nosotros mismos y dejarnos llevar, parece ser una lucha y cuándo nuestras decisiones las controla la sabiduría que tenemos dentro, todo se vuelve mucho más fácil.
Me siento afortunada de haberlo conocido, y de haber aprendido que existen muchos planos energéticos. Que hay que vivir al día y que nadie tiene derecho a aferrarse a la muerte de otra persona para dejar de vivir. Hay que pasar el duelo, pero el mejor regalo a la memoria que puedes hacerle a alguien que se ha ido, es seguir viviendo y recordándolo, no para encerrarte, sino para demostrarle que no es responsable de tu pena. Cambiando la forma de ver la desaparición del plano físico de las personas que queremos, tomamos consciencia de lo que significa el regalo de la vida y de que el límite entre un lado y el otro es muy fino, así que no juguemos a estar vivos sin vivir.
Haced lo que os apetezca en cada momento. Decid a las personas que queréis y apreciáis, lo que sentís por ellas. Los abrazos que se pierden no se recuperan, no dejéis de intentar nada de lo que os apetezca y, sobre todo, no perdáis de vista que cada día es único y no vuelve a repetirse. La vida será todo lo monótona que tú quieras. Todo depende de nosotros, somos los responsables de ser plenos o de ser nuestra propia carga.
A LA MEMORIA DE LOS QUE NOS DEJARON, Y QUE NOS ENSEÑARON SU ALEGRÍA DE VIVIR. A MIS ABUELOS Y EN ESTE CASO, A MI AMIGO JOSÉ JUAN SÁNCHEZ MARÍN.
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