Me enfadé muchísimo, con todos, con el mundo, con la vida. Era imposible controlar mi rabia y en mi confusión no quería creer que había pasado de verdad.
Me sentí muy perdida, sin saber qué hacer. Y al mismo tiempo con la sensación de que no podía acabarse todo así. Había tenido una información demasiado directa, demasiada responsabilidad. No estuve preparada meses antes y ahora creía que era partícipe de esta pérdida. Así que con toda mi fuerza, y como digo, sin creerme que era verdad lo que mis oídos escucharon, pensé que podría impedir que se fuera del todo. Pedí con todas las fuerzas de mi corazón que se le diera una oportunidad, y metida en mi triste mundo, encontré consuelo pensando y sintiendo que una parte de él se quedaba cerca mía.
Pero, la realidad es mejor afrontarla cara a cara. Siento que por aquel entonces se abrió una puerta giratoria que me conectaba con el día a día y con otro nivel de energía menos perceptible para nuestra parte racional.
En la melancolía de su ausencia encontraba, al mismo tiempo una sensación de que J.J me estaba protegiendo, así que empezaba a ser normal mirarme en el espejo y ver una gran sombra a mi espalda, dormir y sentir que no estaba sola, y al mismo tiempo ver que las personas cercanas a mí y que me quieren no se atrevían a sacarme de ese estado de embriaguez .
Como ya expliqué en otra de mis entradas, la persona que me inició en este mundo, lejos de ayudarme, juzgó lo que me había pasado, y me sentenció como partícipe de los acontecimientos. Su juicio hizo tambalearse dentro de mi todos los opuestos, que ya empezaban a desequilibrarse. Pero aún así seguía sintiendo que no estaba sola. No tenía certeza de cómo había ocurrido realmente el accidente, pero parecía que me lo habían contado.
Una noche me llamó Alex, un amigo en común, y me confirmó que tenía razón. Es como si José Juan hubiera estado a mi lado y al oír su propia historia salió despedido de mi lado. Por aquel entonces yo había vuelto a casa de mis padres, y me encontraba en un periodo de tránsito, pero me quedé estancada unos meses.El caso es que toda esa sensación de protección despareció, literalmente se fue de mi lado, lejos muy lejos, gritando porque supo que tampoco estaba aquí. Ahora, él perdido, yo vulnerable, y fue en este momento donde conocí el miedo más profundo que jamás he sentido.Miedo a dormir, a que llegara la noche, porque, claro está, conocí la verdad y dejé de estar acompañada. Aún así comenzaron a pasar cosas muy extrañas en mi casa. De alguna forma, por esa puerta giratoria, entraban y salían almas perdidas que necesitaban luz, o alguien que les guiara.
Una de los pensamientos que más tarde me di cuenta que produjo este tipo de acontecimientos, fue pensar qué pasaría si no estuviera ya aquí, quién me echaría de menos. Es con este tipo de proyecciones con los que parece que abrimos una cremallera donde nos asomamos a un vacío aterrador, porque abrirla es muy sencillo, pero, cerrarla es un poco más complicado.
Hace poco, volví a tener esa sensación de caer a un pozo oscuro, donde me encontraba sola, hacía frío y estaba muy oscuro, pero ya no me dio miedo. Salí de ahí con más fuerzas que nunca. He estado demasiado tiempo evitando seguir el camino de la intuición, del corazón, y nada ni nadie es responsable. Así que la mejor forma de enfrentarnos a nuestros miedos es sabiendo que somos los que escribimos nuestra historia y que lo que pasa a nuestro alrededor nos ayuda a aprender a ser mejores, o, por lo menos a ser libres dentro de nuestro cuerpo y nuestra mente.
Sólo quiero pediros que no olvidéis vuestros sueños, que dentro de vosotros sigue habiendo un niñ@ que desea ser escuchado y que no nos escudemos en los demás para dejar de vivir una historia de amor con nosotros mismos. No hay nada mejor que respetarnos, que dejarnos llevar y ser libres, porque cuando las decisiones las tomamos desde dentro es mucho más fácil.
Para mi José Juan forma parte del TODO, de la luz, de las ganas de vivir, es un guía para muchos de nosotros, porque nos enseñó a disfrutar el momento.
En mis terapias, toda esta experiencia me ha ayudado a estar en mi sitio y ayudar a todas esas personas que abren la cremallera y no saben cómo volver. A que somos energía y que siempre estaremos aquí, de una u otra forma y a que estamos conectados, todos, así que cuantos más nos acerquemos a nuestro camino mejor nos sentiremos y más gente encontraremos con las que compartir nuestras experiencias.
Muchas gracias por vuestro apoyo. Ha sido un regalo maravilloso recibir las gracias de las personas que conocieron a José Juan.
He querido escribir lo que pienso que finalmente que tiene más relevancia, el proceso de una pérdida, una separación, es largo, pero es sólo aceptándolo cuando podemos sentirnos libres y liberar a la otra persona.
ResponderEliminar